¡Como envejecer sin caer en el viejismo!.

"¡Ya estás hecho un viejo, un amargado!",
"¡No estás en edad de trabajar!"
"¡Ahora que me jubilé puedo estar tranquilo...!".
Estos
son dichos populares muy conocidos que pueden pasar por alto o podemos
sentarnos a pensar si esta frase oculta algo ó dice mucho sobre una ideología,
una forma de pensar con un tono negativo y a veces de insulto hacia la vejez.
Estamos
habituados a que cada etapa de nuestra vida se acompañe de acontecimientos
vividos con mucha alegría como puede ser el festejo de un nacimiento, cumplir
quince años, el primer trabajo, un casamiento, etc. Si bien, existen personas
que llegada la vejez viven este momento disfrutando de su autonomía, teniendo
una actitud contemplativa y reflexiva; reconciliándose con sus logros, fracasos
y defectos; viendo como transitar con mucha alegría esta etapa manteniendo su
capacidad creadora y así su propia identidad. También están aquellas personas
que luego que sus hijos son adultos, tienen nietos y se jubilan; pasan a
retirarse de todas sus actividades, apareciendo así un sentimiento de profunda
tristeza porque se dan cuenta de que ya han pasado por todas las etapas que
consideran importantes. Se autoexcluyen por creer que están imposibilitados de
adecuarse al ritmo que la sociedad exige. Muchas veces estos sentimientos se
retroalimentan por la desvalorización que la sociedad tiene hacia las personas
mayores y el culto que se hace a la juventud, a la belleza, creyendo que una
persona es bella porque no tiene arrugas. Cabe aclarar que esta sociedad la
formamos todos, crecemos con estos introyectos, entendiendo por introyecto todo
aquello que creemos y aceptamos sin ponerlo a critica. En el
proceso de saber vivir la vejez, mucho cuentan las actitudes y acciones de la
sociedad en que el individuo envejece. El viejismo es un concepto que se
utiliza para expresar sobre el prejuicio que la gente joven tiene hacia la
gente mayor, define un cúmulo de prejuicios, estereotipos y discriminaciones
que se aplican hacia las personas simplemente en función de su edad. Partimos
de que establecer la diferencia es necesaria para la configuración de nuestra
identidad, muchas veces protege y marca territorios, ser diferente a otro nos
da la posibilidad de ser únicos, marca un límite entre una cosa y otra, entre
este soy yo joven y este sos vos viejo; pero el cómo lo hacemos muchas veces
lleva a creer cosas que no son verdades, interfiriendo de manera negativa a la
hora de aceptar las limitaciones y los cambios de una etapa a otra.
Butler ha sido un estudioso sobre el viejismo y dice así: "subyace en el viejismo el espantoso miedo y pavor a envejecer y por lo tanto el deseo de distanciarnos de las personas mayores que constituyen un retrato posible de nosotros mismos en el futuro. Vemos a los jóvenes temiendo envejecer y a los viejos envidiando la juventud. El viejismo no sólo disminuye la condición de las personas mayores, sino la de todas las personas en su conjunto".
El envejecimiento comienza bien temprano en la vida. Distintas partes de la anatomía envejecen a ritmos diferentes. El ser humano se desarrolla en un continuo movimiento, y evoluciona positivamente, diríamos que agrega y no resta experiencia. La persona crece, y en ese crecimiento transita por diferentes etapas que conforman un todo, se es niño, se es maduro y se es viejo. Es posible pensar a cada ser como una Gestalt, una totalidad formada por partes que se relacionan entre sí, siendo el todo más que la suma de las partes, en este caso todas las etapas que transita el individuo se relacionan entre si y contribuyen a su desarrollo físico, psíquico y social. La relación que tienen entre si estos tres factores: psíquico, físico y social determina la importancia de que una construcción social, como lo es un dicho popular, no determine y afecte negativamente nuestra vejez. Creer en esos dichos populares impide conocernos un poco más, saber qué es envejecer y cómo lo hacemos, que es lo esperable y que es lo que en realidad siento que quiero hacer.
Está en ti potenciar la capacidad de elegir vivir una vejez saludable porque siempre tenemos más para dar.