Sobre la culpa

07.05.2021



Sentir culpa por una situación, culpar a alguien por acciones que producen dolor, son sentimientos recurrentes que están en los relatos que solemos escuchar en una charla íntima o en una consulta terapéutica. 
Intentando comprender y acompañar este sentimiento suelo compartir este texto que leo cada vez que se hace figura en la charla.

 "Pensando siempre en la falta, nos olvidamos de la inocencia. Vivimos atados a un manojo de culpas que nos atormentan, impidiéndonos ser en plenitud. Pienso que la disciplina interior, el ser amigos de nosotros mismos, el amarnos bien, aceptándonos como somos y esforzándonos constantemente por crecer y mejorar, son las llaves que abren la jaula de nuestro egocentrismo. Nadie que no sale al encuentro del otro puede decir que es libre. Vivimos en los extremos y todo extremo por lo general es nocivo. El equilibrio es el puente sabio. Nuestra sociedad está cimentada en teorías castradoras donde todo está mal o se hace con doble intención; y no siempre sucede así. Hay abrazos originales, hay besos puros, hay caricias santas, hay sonrisas sinceras y hay "te amo" trascendentales. El otro extremo es nocivo también: en él no existe el bien ni el mal, sólo basta que yo me sienta bien, sin importar que mi gozo sea el dolor del otro. La sabiduría está en salir de nosotros mismos. El silencio elimina el temor, y sin temor se puede amar de verdad; quien ama así, ha vencido la culpa. Debemos aprender a estar en armonía con nuestro interior. Si la acción que realizamos está hecha con amor, servicio y desinterés, podrán acusarnos de pecadores, pero nuestra conciencia, esa voz interior que no miente, no reprochará nuestro accionar. Por el contrario, nuestros hechos exteriores pueden parecer buenos, pero si nuestra intención es mala, tarde o temprano nos chocaremos con un murallón. Aquel que no vive en el crecimiento que una disciplina interior le otorgue, irá aplacando su voz interior, hasta llegar a obrar sin pensar siquiera si está bien o mal lo que está realizando; es decir que irá muriendo en vida, puesto que lo que nos hace trascender es nuestra capacidad libre de sentir, pensar y decidir. No siempre lo que sentimos es lo que debemos hacer. El sentimiento es analizado por el pensamiento y la voluntad es la fuerza que nos permite optar. Debemos ser dueños de nosotros mismos. No debe atormentarte tu fachada externa, salvo que te sientas incómodo por ti mismo, no por lo que esté de moda u otra opinión. Por ello, deja de vivir atormentado por la culpa y libérate de ella amando con fuerza, viviendo con simplicidad y sintiéndote uno con la creación. Intenta hacerlo y sentirás la caricia del Absoluto en las profundidades de tu ser." 

 Autor. Gabriel Jurjevic 

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